Brasil vive
un clima de inmensa euforia… pero no por el fútbol - ¿¡Cómo!? - Sí, sorprendentemente
los brasileños apagaron sus televisores y sus radios y salieron a la calle a protestar.
Exactamente, la gente se cansó de pagar caro, de la falta de inversión en
educación y salud, de la burocracia, de la pobreza, de la violencia y de la
inseguridad, todo esto fruto de la corrupción de la cual unos pocos se
enriquecen mientras el pueblo sufre y es alimentado con 'circo'.
Parece una sátira
contada por George Orwell, el gran profeta, quien predijo el desenlace de la
Unión Soviética y pronosticó la creación y manipulación del ‘Gran Hermano’. Hoy
en día su obra Rebelión en la granja asume un alto protagonismo.
El pueblo se rebela contra sus gobernantes corruptos (los ‘cerdos’) quienes con sus ejércitos
protectores (los ‘perros’) arremeten contra su propio pueblo. Es sorprendente cómo esta
fábula hace tanto sentido, pero cuando es traída a la realidad de nuestros países no lo sea.
Es
interesante analizar los acontecimientos que están ocurriendo en este momento
aquí en Brasil. Es sorprendente como en el país del fútbol, en el momento en
que comienza uno de los eventos más importantes de este deporte, la Copa de las
Confederaciones, el país no está pendiente del resultado dentro de la cancha
sino fuera de ella.
Me parece
que la sociedad mundial está viviendo, al mejor estilo kafkiano, una Metamorfosis.
En grande parte debido a las telecomunicaciones (internet) y la globalización
de la información. La sociedad mundial está vivenciando un momento sin
precedentes; en los últimos años asistimos la llamada ‘Primavera Árabe’: protestas
y revueltas en los países del norte de África y en los países Árabes. Países
como Túnez, Egipto, Libia y más recientemente Siria levantaron su voz de
protesta contra sus gobiernos opresores. Aún más recientemente
presenciamos una fuerte revuelta del pueblo de Turquía contra su autoritario primer-ministro. Ahora ‘el gigante se despertó’ y los brasileños salen
a la rua para pedirle cuentas a sus gobernantes.
Las
protestas son protagonizadas en su mayoría por jóvenes, qué son la sociedad más conectada al
internet y seguramente independiente de la televisión controlada y alienada. La mayoría de
ellos, tal vez, clase media y alta que tuvo acceso a educación, y hoy en
día con más acceso a la información. De cualquier manera, el sentimiento de
protesta es tan fuerte que su onda repercute ya en la mayoría de las ciudades y
hogares del país. La televisión (privada) muestra sólo el vandalismo
perpetrado por un pequeño porcentaje de manifestantes que abren la
brecha para que los uniformados hagan uso de sus armas contra su propio pueblo,
sus propios irmãos.
Espero que
estos movimientos repercutan en las altas ‘estratosferas’ del poder, donde los
cambios acontecen, pero sin resultados de violencia. Qué la voz del pueblo retumbe en la cabeza de los políticos
de turno para que ahora estos piensen dos veces antes de robar del sagrado dinero
público. Y qué estas ondas de inconformismo se extiendan a lugares donde la
corrupción es considerada deporte oficial y donde la vida ya no vale ni cinco pesos.
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