Es muy importante para todo colombiano, inclusive para aquellos que emigramos,
la elección del próximo presidente. De alguno de los actuales candidatos dependerá en gran medida el destino del país para los próximos años.
De la misma forma que una empresa contrata a un empleado, la hoja de vida
del candidato es fundamental para su decisión. De los cinco candidatos hay dos economistas,
dos abogados y una candidata que tiene ambos títulos profesionales. De todos
ellos sólo esa misma candidata tiene un doctorado - en derecho tributario y
financiero - lo cual, en mi concepto como doctorando, tiene mucho que decir.
Realmente sería la única merecedora del título de tratamiento de ‘doctor’ que
en Colombia se emplea para llamar a cualquiera con corbata.
Aparte de los títulos universitarios es fundamental saber con quién han
trabajado los candidatos, que han hecho y el modelo económico que proponen. En éste aspecto, parece que casi todos los caminos conducen al
ex presidente Alvaro Uribe Vélez; tres candidatos fueron ministros de él y otro pidió su apoyo durante su candidatura a la alcaldía de Bogotá. El actual
presidente y candidato también fue ministro de Gaviria y Pastrana. Y Marta Lucia
Ramirez fue también ministra de Pastrana. Por otro lado, Zuluaga no es más que el nuevo
títere de Uribe en una versión sin carisma. La única conexión entre Clara López y Uribe fue en los años 70’s cuando llegaron a ser novios, pero en las décadas siguientes sus tendencias ideológicas sólo se han distanciado.
Es fundamental realizar un cambio en el escenario político del país. Los electores tienen en sus manos la responsabilidad de seguir con más de lo mismo o hacer un profundo cambio en el curso por el que va el país.
Es absurdo que la campaña política de los señores Santos y Zuluaga consista en algo no muy distinto a una pelea de peluquería o de jardín infantil. Los susodichos tienen las maquinarias políticas más fuertes del país; una de
ellas financiada por el erario y, supuestamente, por dineros
‘calientes’. Ninguno de estos dos candidatos propone; uno lleva la bandera de la paz y
el otro el de la guerra, a sabiendas que las dos situaciones son ingentes a ellos. Que la paz no se construye con discursos; en cambio se construye con acciones y con instituciones serias, acreditadas y respetadas. Y que la guerra no es la
solución, nunca lo ha sido, y ellos lo saben, pero de ella dependen para mantenerse abrazados al poder. Uno propone hacer lo que no hizo
en cuatro años, mientras que el otro en hacer lo que su patrón no hizo en ocho.
La señora Marta Lucia es como una mezcla entre el procurador
Ordoñez, Fernando Londoño Hoyos y el ex presidente Uribe. Hace parte del funesto y decadente partido
Conservador que tanto daño le ha hecho y le hace al país. Es una mujer que no
tiene concordancia en sus ideas, y responde a las preguntas con las mismas
frases previamente preparadas. No cabe la menor duda que se venderá al
presidente elegido, o para un ministerio, una embajada o para
presidir alguna entidad estatal.
El carismático ‘Enriquito’, cómo era conocido hace algunas décadas mientras
su papá se desempeñaba como diplomático, trata de mostrarse como un progresista
de centro-izquierda, pero su simpatía por los nocivos TLC’s y sus recientes
flirteos con el malevolente Uribe lo tornan como uno más de los cuatro
candidatos de lo ‘mismo’. De la derecha, del conservadurismo, de las
privatizaciones, de las EPS's, de la concentración de la riqueza, de la venta del país a las multinacionales y, por ende, de la
desindustrialización del país. Afortunadamente, el señor Peñalosa tuvo la suerte de contar con un 'polo a tierra' durante ésta campaña; la senadora Claudia López, acérrima adversaria de Uribe y seguramente una de las mujeres más capaces de Colombia, lo mantuvo alejado de las 'tentaciones'. Ojala ella misma sea un día la candidata, tiene todas las herramientas para llevar las riendas de la nación.
La doctora Clara López, a diferencia de los demás candidatos, se muestra hoy como la opción más sólida de todas ya sea en sus
ideas y sus propuestas. Realmente la única que propone y, seguramente, la ganadora
de los debates. Es la nieta-sobrina del, tal vez, mejor ex presidente que ha
tenido Colombia. Es la única candidata que junto con Santos tiene claro que las
conversaciones de paz deben continuar, pero insiste en que el cese al fuego debe ser
inminente. En contraste al presidente, sabe que el país clama a
gritos por las reformas económica, agraria y judicial. Sabe que mientas el gobierno
continúe firmando TLC’s la economía del país solo se desplomará y que las
estadísticas de reducción de pobreza y aumento de empleos dadas por el gobierno
actual no coinciden con la realidad.
En conclusión, cómo dice mi amigo Juan Martin Aponte: "la solución es Clara"; el resto ha demostrado que continuarán llevando el
país al abismo. La paz no depende de Santos, depende de una política de Estado: de un gobierno serio y comprometido con el país, que se importe con la educación, la salud, la economía y la justicia de sus habitantes y no los ignore y los engañe con estadísticas acomodadas. Depende de un dirigente que no se robe al país a punta de mermelada. La gente quiere un cambio,
alguien que aplique aquellas reformas pausadas y abandonadas. Que le dé
prioridad al agro, a los niños, y que no se adueñe de la ‘paloma de la paz’
como su identidad, ni al ministerio de defensa como su máquina asesina y vengativa. Aunque hoy el país no se muestre preparado para cambiar la ideología del Estado, es bueno,
por lo menos, soñar que un día lo hará.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario